Tuesday, October 12, 2010

El Milagro de los treinta y tres

Faltan unas pocas horas para que los mineros comiences a emerger del fondo de la Mina San José, en Copiapó, en el Norte de Chile. Quise reactivar el blog (falta que hacía, no?) para hablar de las lecciones que este episodio nos deja.

Llevan dos meses, Chile entero estuvo en vilo 17 días sin saber nada de ellos, sin saber si estaban todos muertos, heridos, desesperados, en fin, sólo rezando para que estuvieran bien, o muertos... descansando en paz.

El milagro ocurrió, estaban todos vivos y he aquí el segundo gran milagro, no sólo estaban vivos, sino que enteros, sanos, tranquilos, disciplinados, racionalizando la comida, a la espera que se los contactara. Surge la pregunta natural, de que madera están hechos que están así enteros? Y no es lo típico, "es que son de tal país", son desarrollados, o cualquiera de esas frases, endosándoles que nosotros no podemos hacer lo mismo, ellos son diferentes. No. Son personas de carne y hueso, normales, pero por sobre todo, son chileno, no nos lo pueden pintar que somos rascas, que no nos la podemos, pero son chilenos, tan chilenos como todos nosotros, creemos lo mismo, seguimos la misma bandera, la misma sangre. Es verdad, se dice que los mineros son especiales, que son duros, firmes. Si, pero resulta que no todos los treinta y tres eran mineros de toda la vida, a muchos la búsqueda de mejores condiciones de vida los levaron a trabajar en la minería. Y ahí están, igual de enteros y fuertes que el resto.


Al fin y al cabo, en cada chileno hay un minero. Esa fuerza, esa entereza, ese no rendirse nunca que nos hizo ganar la Guerra del Pacífico vive en nuestros corazones. Aún hay Patria ciudadanos. Nos veíamos tan light, tan livianitos, tan herejes, se podría decir. Pero esta tragedia revivió el amor a la Patria, a la Bandera, a la Virgen del Carmen. Que las primeras palabras fueran no pidiendo que los sacaran, sino que preguntaran por sus compañeros que iban subiendo al momento del derrumbe, preocupados de sus compañeros. Que fueran uno solo, entre treinta y dos chilenos y un hermano boliviano, la hermandad latinoamericana de hechos, no de palabras. Que luego cantaran a todo pulmón nuestro Himno Nacional, lo que repitieron varias veces en grabaciones sucesivas. El amor a la Patria revivió. El terremoto de febrero no bastó. Nos creíamos tan suficientes, tan que podíamos hacer todo, tan relativistas. Si, relativistas, el relativismo nos envenenó el alma. Pero estos 33 valientes nos remecieron para que el Chile profundo renaciera y nos permita celebrar un verdadero bicentenario, unidos, unidos por la Bandera, por el Himno Nacional, por la Virgen del Carmen, Patrona y Reina de Chile.....

Que por Su Intercesión los treinta y tres salgan sanos, que no se nos olvide todo esto tan fácilmente, que Chile renazca y retomemos la ruta del progreso, con un gobierno a la altura de las circunstancias, y un Presidente que se las juega al 100% por la vida de todos los chilenos